
El hígado es el órgano del que poco se sabe pero mucho influye en nuestra salud. En Gedyt disponemos de una División Hepatología pero ¿de qué se trata? ¿por qué es clave el hígado para mantener una buena salud?
El hígado es uno de los órganos más grandes de nuestro organismo. Se encarga de ayudar a la digestión de alimentos, almacenar sustancias esenciales y eliminar toxinas.
Las hepatitis, el hígado graso, cirrosis, cáncer, etc. El hígado es susceptible de padecer distintas patologías que pueden comprometer su funcionalidad.
En Gedyt disponemos de un equipo de profesionales en hepatología, especialistas en tratar enfermedades del hígado y evitar sus complicaciones.
Por distintas causas, desde factores genéticos, hábitos no saludables, infecciones o alteraciones metabólicas, autoinmunes, el hígado puede inflamarse en forma crónica y en el largo plazo perder su funcionalidad. En un principio, las enfermedades hepáticas crónicas pueden ser asintomáticas y en la medida que las mismas progresan, pueden manifestar síntomas.
¿Por qué es clave la función del hígado en nuestra salud?
El hígado está formado por un tipo de células muy especializadas: los hepatocitos. Estas células producen bilis, que es una sustancia que ayuda al proceso de la digestión, almacenan (y liberan, cuando es necesario) glucosa, se encargan de la depuración de fármacos, alcohol y otras sustancias nocivas presentes en la sangre, regulan la coagulación sanguínea, contribuyen al metabolismo de todos los nutrientes, etc.
Por lo tanto, tener un hígado sano es de vital importancia para mantener un buen estado de salud general. Por ello, las enfermedades hepáticas que veremos a continuación pueden derivar en complicaciones graves.
¿Cuáles son las enfermedades del hígado más frecuentes?
1. Hepatitis virales
Las hepatitis virales son un grupo de infecciones, que afectan al hígado y, en casos más severos, también a otros órganos.
Por hepatitis viral entendemos cualquier inflamación del hígado a causa de los virus responsables de las hepatitis. A, B, C, D y E. Las formas de transmisión son fecal-oral (consumo de alimentos contaminados con heces de personas enfermas) en el caso de la Hepatitis A y E, o contacto con sangre o fluidos corporales contaminados para las Hepatitis B, C y D.
En algunas ocasiones pueden manifestarse como una hepatitis aguda, en la cual los síntomas consisten en dolor abdominal, ictericia (color amarillento de la piel), fatiga, náuseas y vómitos, orina de color oscuro, dolor en las articulaciones, malestar en la zona abdominal, pérdida de apetito, picazón intensa en la piel.
En la mayoría de los casos las hepatitis virales agudas suelen resolverse después de unas semanas sin necesidad de tratamiento. Aunque en el caso de la hepatitis B, C y D, pueden producir infección crónica requiriendo tratamientos en algunos casos.
2. Hepatitis Autoinmune
Si bien las causas más frecuentes de hepatitis son virales, estas también pueden ser provocadas por enfermedades inmunológicas, metabólicas, por fármacos, por el consumo de alcohol o de drogas ilegales, entre otros.
Como su propio nombre indica, la hepatitis autoinmune consiste en una inflamación crónica del hígado, aunque en este caso el motivo no está en una infección viral, sino que es el propio cuerpo el que daña a los hepatocitos.
Debido a la combinación de múltiples factores hereditarios, ambientales, etc, el sistema inmune se desregula y las células inmunitarias reconocen a los hepatocitos como “ajenos a nuestro organismo”. Debido a esta alteración, el hígado se inflama progresivamente y en forma crónica.
Si bien los medicamentos inmunosupresores y los fármacos antiinflamatorios han demostrado reducir el daño hepático, la hepatitis autoinmune no tiene cura. Y sin tratamiento puede evolucionar hacia la cirrosis, requiriendo en algunos casos trasplante hepático.
3. Cáncer de Hígado
El cáncer de hígado es el séptimo más común del mundo. Consiste en la formación de un tumor maligno a partir de los hepatocitos. El factor de riesgo más importante para el desarrollo de Cáncer de hígado es la presencia de una enfermedad hepática crónica en estadio de cirrosis.
El consumo excesivo de alcohol, los antecedentes familiares y padecer diabetes son otros de los factores de riesgo más frecuentes. El cáncer de hígado no presenta síntomas hasta que la afectación hepática es importante, momento en el que se observa ictericia, pérdida de peso, heces blanquecinas, dolor abdominal, vómitos, debilidad y fatiga, pérdida de apetito, etc.
El tratamiento consistirá en, dependiendo del estadio de la enfermedad y del estado de salud de la persona, cirugía, trasplante de hígado, o una combinación de varios.
3. Cirrosis
La Cirrosis puede producirse como consecuencia de una inflamación crónica en el hígado, y cuando en el hígado hay demasiado tejido cicatrizado. (Estas cicatrizaciones ocurren cuando el hígado intenta recuperarse de las lesiones que le producen inflamación). En fases más avanzadas pueden acabar dificultando que este órgano cumpla con sus funciones.
Si bien el daño es irreversible, si se detecta en las primeras fases, pueden tomarse medidas (cambio de estilo de vida o tratamientos farmacológicos) que ralentizan el progreso de la enfermedad para no tener que recurrir a un trasplante de hígado.
4. Enfermedad por Hígado Graso.
Entre el 5 y 10% del hígado se compone de grasa. Como su propio nombre indica, esta patología hepática ocurre ante una acumulación de grasa superior a la normal no asociado al consumo de alcohol.
La enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) se encuentra estrechamente relacionada con el Síndrome Metabólico. La obesidad, la diabetes, la hipertensión, pérdidas de peso muy rápidas, infecciones hepáticas, trastornos metabólicos, niveles de colesterol alto. Todas estas situaciones pueden provocar que el hígado acumule más grasa de la que debería.
Existen dos formas de presentación de EHGNA, una de ellas es una condición benigna en la cual existe infiltración grasa con mínimo o ausencia de infiltrado inflamatorio que se denomina Esteatosis Simple (ES); y la otra forma es aquella en la cual la infiltración de grasa se acompaña de un proceso inflamatorio, que produce un daño crónico y progresivo a nivel hepático llamado Esteatohepatitis No Alcohólica (EHNA).
La mayoría de los pacientes con EHGNA no presentan síntomas. La aparición de los mismos puede tardar hasta 30 años en manifestarse, por lo general se presentan cuando la enfermedad en el hígado se encuentra en un estadio avanzado (cirrosis).
Las medidas preventivas que podemos tomar constituyen llevar una dieta saludable, mantener un peso adecuado, no beber alcohol, realizar actividad física, con el objetivo de tener un buen control de los niveles de glucosa, colesterol y triglicéridos en sangre, y presión arterial.
6 curiosidades sobre el hígado:
- Es el 2do. órgano más grande del cuerpo. Pesa aproximadamente 1kg en adultos y es de color rojo oscuro.
- Cumple 500 funciones en el organismo, entre ellas la producción de bilis, la producción de hormonas y proteínas y controlar los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo.
- Posee una gran capacidad de regeneración. Es por ello que es posible donar una parte de este órgano y recuperarla con el paso del tiempo.
- Cuando el hígado no funciona de forma adecuada, pueden surgir un amplio abanico de síntomas: oscurecimiento de la orina, cambio de color de las heces, coloración amarilla de la piel.
- El 5-10 % del hígado se compone de grasa. Cuando este porcentaje es más elevado, se da lo que se conoce como hígado graso.
- La bilis que produce, es la sustancia que aporta la tonalidad marrón característica de las heces. Cuando estas cambian de color, es importante consultar al hepatólogo.
Si presentas síntomas compatibles con enfermedades hepáticas no dudes en consultar al médico hepatólogo.