En ocasiones sentimos que perdemos el apetito ante una situación de angustia..
En ocasiones sentimos que perdemos el apetito ante una situación de angustia, tenemos dolores abdominales o retorcijones luego de una situación de stress. Pero ¿por qué sucede esto? ¿Nuestro sistema digestivo reacciona ante las emociones?
En este contexto, entrevistamos al Dr. Rodny Britos (M.N. 133.986), médico gastroenterólogo en Gedyt, para que nos explique cómo afecta el stress diario en nuestro proceso digestivo y qué hábitos podemos adoptar para mejorarlo.
¿Por qué el intestino es considerado el 2do. cerebro?
A lo largo de la historia la actividad del intestino ha tenido significados que van más allá de su actual función. Por lo general el buen funcionamiento intestinal se piensa que es necesario para el bienestar general.
A menudo asociamos al stress y la emoción con nuestro tubo digestivo. La raíz de esto radica en que tanto el cerebro como nuestro intestino y todo el tubo digestivo poseen neuronas las cuales comparten el mismo origen embriológico: la cresta neural. Dicha conexión cerebro-intestino explicaría por qué el stress y los factores psicológicos están estrechamente relacionados con la función intestinal y consecuentemente su disfunción, a través de síntomas gastrointestinales.
Lo que comúnmente llamamos “segundo cerebro” se trata del funcionamiento de nuestro sistema nervioso entérico. Este es una subdivisión del sistema nervioso autónomo que se encarga de controlar directamente el aparato digestivo y advierte sobre el hambre y la saciedad. El sistema nervioso entérico, se compone por una red de cien millones de neuronas distribuidas por los 10-12 metros (aproximadamente) que conforman nuestro tubo digestivo.
Estas neuronas se subdividen a su vez en dos plexos que se ubican en la submucosa (plexo submucoso) y entre la capa muscular circular y la longitudinal del intestino (plexo mientérico), siendo las responsables de la coordinación de las actividades de motilidad y secreción intestinal.
Tanto el cerebro como nuestro intestino y todo el tubo digestivo poseen neuronas las cuales comparten el mismo origen embriológico: la cresta neural. Dicha conexión cerebro-intestino explicaría por qué el stress y los factores psicológicos están estrechamente relacionados con la función intestinal y consecuentemente su disfunción, a través de síntomas gastrointestinales.
Esta conexión es un complejo e intricado sistema de circuitos integrados que comunican información emocional y de los centros cognitivos del cerebro a través de neurotransmisores para el funcionamiento periférico del tracto gastrointestinal y viceversa. De hecho, el tubo digestivo es el encargado de liberar el 90% de la serotonina que se produce en nuestro organismo. La misma es un neurotransmisor conocido como la “hormona de la felicidad o del bienestar”.
Por lo tanto, las emociones como el miedo, la ira, la ansiedad, estímulos dolorosos y el stress físico pueden retrasar el vaciado gástrico y tránsito intestinal.
Trastornos digestivos por ansiedad: ¿Qué relación existe entre ansiedad y los trastornos digestivos?
El stress, y la ansiedad pueden provocar dolor intestinal. Afecta a las funciones secretoras y barrera de la mucosa, liberando mediadores químicos y productos de bacterias que inducen al dolor gastrointestinal y diarrea, como en el síndrome de intestino irritable. Dichos síntomas, al agravarse y mantenerse por tiempo prolongado, contribuyen a generar mayor dolor.
Con respecto a la regulación del dolor, las relaciones entre angustia psicosocial y síntomas dolorosos aparecen mediadas a través del deterioro en la capacidad de varias redes cerebrales para procesar dicho dolor corporal.
Consecuentemente, intervienen otros factores además de las emociones, como el microbioma, inflamación de la mucosa, hipersensibilidad visceral a nivel periférico y en el cerebro las redes cerebrales emocionales mediante su excitación, las funciones sensorio-motoras, interactuando entre sí de formas bidireccionales que conducen a conformar el paciente con trastornos gastrointestinales funcionales.
¿El stress puede tener consecuencias en nuestra salud digestiva?
En medicina suele hablarse de stress como un conjunto de respuestas fisiológicas (principalmente desde lo hormonal) y se define concretamente en términos de activación del eje hipotálamo-hipófisco-córticosuprarrenal, con elevación de la secreción de corticoides y del eje simpático-médulo-suprarrenal, como reacción a estímulos inespecíficos o estresores.
Por este motivo, consideramos que el paciente debe ser comprendido desde un modelo biopsicosocial*. Es decir, entendemos que los factores biológicos, psicológicos y sociales desempeñan un papel significativo en la actividad del paciente y en el contexto de una enfermedad. De esta manera, la incapacidad del organismo humano para controlar los estresores sociales y psicológicos pueden conducir a la presencia de alteraciones cardiovasculares, hipertensión, dispepsia, asma, depresión y otros problemas de salud.
Entonces ¿podemos sentir “nervios en el estómago”?
Si bien “nervios en el estómago” no es un diagnóstico específico ni una enfermedad reconocida, a menudo lo asociamos a los síntomas de indigestión, náuseas, ansiedad, hinchazón o cambios en los hábitos intestinales. En virtud de estos síntomas es donde los médicos debemos plantearnos que le pasa, y luego debemos buscar una causa especifica mediante pruebas diagnósticas a fin de determinar causas como por ejemplo una úlcera o cálculos biliares.
Ante cualquier inquietud, recomendamos consultar a un médico especialista.
Dr. Rodny Britos (M.N. 133.986).
Médico gastroenterólogo.
Staff de Gedyt.
Bibliografía:
Functional Gastrointestinal Disorders: History, Pathophysiology, Clinical Features, and Rome IV
Douglas A. DrossmanGastroenterology 2016;150:1262–1279